LADRONES DE SUEÑOS
En lo más alto de la montaña, en su cénit
oscuro,
aliñada por jugos vaginales,
se escondían los ladrones de sueños, en cavernas,
donde sólo había trozos de piernas esbeltas y
pechos desmembrados que acariciaban el fuego,
que bebían el elixir del éxito. Yo, no existo
porque los ladrones de sueños me robaron
mis sueños, mis ideas, mis amores y mi adolescencia.
Mi estrella preferida o con la que dibujaba
constelaciones, era mi estrella preferida,
pero era una ladrona de sueños.
Ahora duermo pero no sueño,
pongo el ceño en el acento de la vida y
miro a mi roja estrella cómo se desvanece
al amanecer...
cuando se desvanece
la
idolatría de la compañía.
Carlos Chatham 13/6/ 2003
TENORIO